Wert’s up?

"No alcanzo a entender por qué el cumplimiento de un compromiso electoral es motivo de tantísimo interés" (José Ignacio Wert).



Así se ha defendido el Ministro de Cultura en relación al debate sobre la eliminación de la materia de Educación para la Ciudadanía. Al parecer, al Wert este le falta cultura democrática si cree que sus decisiones no deben ser de interés público, y más cuando intenta engañar a los oyentes de un programa de radio al presentar como ejemplo de ‘manipulación’ un libro que nunca se utilizó para esta asignatura.

Es verdad que el partido de este político incluyó en su programa electoral la eliminación de esta asignatura, sin embargo, también tiene que entender que su partido no ganó las elecciones sólo por los méritos de su programa sino por la percepción general entre los ciudadanos de que iba a gobernar mejor que los anteriores en el capítulo económico. Por supuesto, no es su culpa que el sistema político y electoral es como es o que favorece las mayorías absolutas de derechas, sin embargo, podría mostrar un poquito de humildad antes de presuponer que los que votaron a favor de la austeridad económica no le vayan a criticar cuando aplica medidas ideológicas de derechas en el apartado social.

Le vendría bien al Ministro acudir a unas clases de Educación para la Ciudadanía. Tal vez le explicarían que la democracia es más que unas elecciones que se celebran cada cuatro años; que la legislatura existe para que las propuestas del Gobierno estén sujetas al debate crítico por parte de los diputados, quienes en una democracia avanzada representan a sus electores antes que al partido al cual pertenecen; y que los medios de comunicación están allí por su capacidad de controlar al Gobierno. Quizás si entendiera estos tres puntos, que no son especialmente complicados, pensaría dos veces antes de imponer por decreto otras de sus promesas, por ejemplo la que acabará con la objetividad de los medios audiovisuales públicos.

Vivimos en una democracia representativa –con bastantes deficiencias, eso sí-, y las elecciones generales se celebran para elegir a los representantes y no porque haya ganado unas elecciones tiene un partido derecho a imponer su programa sin pasar primero por los controles y equilibrios del sistema democrático. Por supuesto, el Gobierno tiene legitimidad para aplicar las políticas que considere más adecuadas para la situación del país –faltaría más con la aplastante mayoría que tiene–, sin embargo, también tiene la obligación de rendir cuentas ante los medios y los ciudadanos y, cuando mete la pata, rectificar.

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